Marchas verdes sobre Ceuta y Melilla.

Lo peor está por llegar.

 

         En el mes de febrero de 1983, los servicios secretos españoles adscritos a la 2ª Sección (Información) del Estado Mayor de la Comandancia General de Melilla, en una magistral operación de Inteligencia militar, lograron acceder a un Plan Secreto confeccionado por el Ejército marroquí perfectamente elaborado, asumido, aprobado por el rey alauí y permanentemente actualizado, en el que se contemplaba en su tercera fase (de las cuatro de las que contaba) la ocupación a largo plazo y de una forma en principio totalmente ”pacífica” de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla mediante sendas “marchas verdes” que estarían constituidas cada una de ellas por unos 20.000 ciudadanos marroquíes pertenecientes al entorno geográfico de ambas. Unas acciones listas para ponerlas en marcha a la orden suprema del dictador alauí que llevaría a las vallas de ambos enclaves a miles de activistas marroquíes al estilo de la famosa marcha verde que en 1975 nos arrebató el Sahara español.

         Todo ello después de haber puesto en práctica a lo largo de los años de una primera fase denominada de “presión demográfica” (en virtud de la cual decenas de ciudadanos del país vecino se infiltrarían a diario en esas ciudades con el claro objetivo de nivelar primero y superar después el censo de ciudadanos españoles que las ocupaban, con miras a poner en marcha la segunda fase y ante un posible Referéndum de autodeterminación que pudiera auspiciar Naciones Unidas); y una segunda fase (graves alteraciones de orden público, contestación civil y algaradas a cargo de esas mismas quintas columnas  marroquíes). Para que el lector español metabolice mejor lo que acabo de poner negro sobre blanco paso a estampar un pequeño resumen de este secreto plan del sátrapa marroquí Hassan II, puesto después en manos de su hijo y heredero, Mohamed VI, quien exultante después del espectacular triunfo de su Marcha Verde en 1975 inmediatamente se puso a trabajar en las siguientes con el objetivo último de Ceuta, Melilla. Y aunque ¡ojo! no figuren de momento en ningún plan escrito de nuestro envalentonado “amigo del sur”… de ¡las islas Canarias!    

 

Plan marroquí para la ocupación a largo plazo de Ceuta y Melilla

(febrero de 1983)

 

Fase 1ª.- Presión demográfica. Adquisición de la superioridad en el censo autóctono en ambas ciudades mediante infiltraciones diarias.

 

Fase 2ª.- Contestación civil. Algaradas. Alteraciones del orden público que faciliten el paso a la tercera fase.

 

Fase 3ª.- Realización de sendas marchas liberadoras sobre las dos ciudades a cargo de miles de ciudadanos marroquíes seleccionados y motivados para crear un agudo problema internacional de difícil solución para España. Buscar un Referéndum de autodeterminación que solucione el problema por parte de Naciones Unidas.

 

Fase 4ª.- Presiones políticas y militares de Marruecos sobre España, sin descartar la amenazar de ir a un conflicto armado a gran escala. Apoyarse para ello en la tradicional amistad y apoyo político, geoestratégico y geopolítico de Estados Unidos.  

 

Estas informaciones secretas que a día de hoy pueden sorprender bastante al ciudadano de a pie español, puestas a disposición del coronel que suscribe (a la sazón comandante diplomado de Estado Mayor y jefe de Operaciones del Estado Mayor melillense) por parte de su homólogo de la Sección de Inteligencia del mismo Estado Mayor, fueron puestas enseguida a disposición del Estado Mayor del Ejército y, por supuesto, del Gobierno de la nación que, sorprendentemente, no mostró ninguna reacción a las mismas (con Marruecos habíamos topado) y ni siquiera acusó oficialmente recibo de las mismas. Por parte del Estado Mayor del Ejército sí se ordenó, sin embargo, actualizar los planes de defensa de la plaza aunque curiosamente y para sorpresa de este profesional del Ejército y del Estado Mayor, ante la gravedad de las cifras estimadas y comunicadas del “enemigo potencial”, ordenó rebajar éstas a una cifra sensiblemente menor (unos 2.000-3.000 activistas por marcha), lógicamente más manejables para un plan defensivo en un marco operativo infernal como era, y es, el melillense y el ceutí.

 

Saco ahora a la luz pública estas informaciones (secretas en aquellas fechas, ahora ya no lo son pues han pasado casi cuarenta años), porque aunque ya he tratado este nebuloso plan de la defensa de Ceuta y Melilla en algunos de mis libros (“España Indefensa” 1989) evidentemente las ha puesto de actualidad los recientes acontecimientos de Ceuta y porque el pueblo español, permanentemente desinformado por los poderes públicos en cuestiones de sumo interés que le afectan, debe conocerlas aunque sea con mucho retraso por si la historia, que por mucho que digan suele repetirse con harta frecuencia, vuelve a jugarle una mala pasada como la ocurrida en los arenales del Sahara español en el año 1975.

 

El contencioso de España con Marruecos, amigos, viene de lejos y nuestro país ha cometido en su relación con el africano múltiples errores que se pagan siempre muy caros. Con un denominador común en todos ellos: una espantosa debilidad como nación soberana; el dejar hacer contra nuestros intereses más sagrados a un pueblo y unos gobernantes de una categoría moral, intelectual y económica sensiblemente menores a las nuestras; el mirar para otro lado con cara de buenos amigos para evitar un enfrentamiento armado que antes de producirse nos trae terroríficos recuerdos de tragedias como las de Annual o el Barranco del Lobo; y, en algún terrible caso como el que acabo de señalar de los últimos meses de 1975, que nos costó la pérdida humillante de la provincia del Sahara español, un territorio de 300.000 Kms cuadrados rico en fosfatos, petróleo, gas y pesca, actuando a través de la cobardía institucional y hasta la traición de nuestros más altos dirigentes.       

 

                               Madrid 20 de mayo de 2021.

               Fdo: Amadeo Martínez Inglés, Coronel, escritor e historiador.

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