El “Guaidó” ucraniano: De héroe nada de nada, un falsario pagado por USA.

LOS MALDITOS EMBUSTES DEL CÓMICO ZELENSKI

Existe una creencia, admitida y explicitada sin mucho rigor técnico por periodistas, tertulianos y analistas de café, que coloca a “la verdad como primera víctima de la guerra”. Todo el mundo propaga por ahí semejante ocurrencia dialéctica que, sin duda, ha hecho fortuna como algo que el propio voceador de turno suele presentar como procedente de su divina cosecha intelectual. Y, evidentemente, este presunto juicio de valor que en los prolegómenos o inicio de cualquier confrontación bélica adquiere carta de naturaleza en periódicos, tertulias y telediarios, no es absolutamente real, no es algo que siente cátedra, que ocurra como algo incuestionable y que deba aceptarse sin rechistar por parte de cualquier experto en la materia. Porque la cuestión es mucho más compleja que todo eso.

 

Lo que sí es real, es verídico, y de ahí la apreciación inexperta de periodistas y comentaristas en relación con las informaciones nunca creíbles que se suscitan en los aparatos de propaganda de los contendientes de cualquier confrontación bélica, es que “la mentira es un arma de guerra”. Así de claro y así de sencillo. Mucho antes de que las hostilidades entre eventuales Estados más o menos organizados se inicien en el terreno del enfrentamiento militar puro y duro (y ahora las guerras de cuarta generación no solo contemplan el lenguaje sinsentido de cañones, carros de combate, misiles, aviones y buques de guerra sino acciones muy especializadas en el terreno de la economía, la cibernética, la psicología, el terrorismo… etc, etc) la propaganda, las falsas noticias, las fake news, los montajes operativos, las trampas de todo tipo, “LAS MENTIRAS” en el más amplio y extenso sentido de la palabra, fabricadas y puestas en circulación por los gabinetes de guerra psicológica adscritos a las Divisiones de Inteligencia de los Estados Mayores de los Ejércitos en disputa, ya surcan raudos el espacio radioeléctrico penetrando sin ningún obstáculo en las redacciones de todos los medios de comunicación del mundo entero.

 

Por ello resulta ridículo el insano afán de todos ellos (periódicos, radios, televisiones, tertulias, redes sociales…) por dar por buenas, por creerse a pies juntillas las falsas, las demenciales en muchos casos noticias que, procedentes de los propios gabinetes de propaganda de uno de los bandos, suelen poner a caer de un burro, a denostar, a amplificar hasta extremos francamente increíbles para cualquier ciudadano con dos dedos de frente los errores, las masacres, los presuntos fracasos y hasta el número de bajas tanto de soldados, vehículos, tanques, aviones, barcos… etc, etc que las Fuerzas Armadas de su enemigo han dejado cada día de guerra en el campo de batalla.

 

En el caso de la guerra de Ucrania, comenzada por el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, el 24 de febrero de 2022 y escondida dialécticamente tras el título de “operación especial en respuesta a la petición de ayuda militar por parte de las repúblicas independientes de Donetsk Y Lugansk”, las falsas noticias, las mentiras descaradas y extravagantes facilitadas a los medios de información occidentales por parte de las FAS ucranianas han sido de tal calibre que al militar de Estado Mayor que suscribe, conocedor en detalle de todos los entresijos de la guerra psicológica y con amplísima experiencia en diferentes secciones de Inteligencia en Grandes Unidades de maniobra del Ejército español, más que invitarle a llorar (algo que parece ser persiguen a diario los telediarios de medio pelo de las televisiones españolas) le hacen sonreír incrédulo con “las burradas”  de las que se hacen eco y divulgan  demonizando, eso sí, no solo al presidente Putin sino a cualquiera que se atreva a sacar la cara en su defensa o, simplemente, no condene con fruición las presuntas matanzas de civiles ucranianos servidas al alicaído Ejército de ese país por los servicios de Inteligencia yanquis y británicos. Que, aparte de dudar una y otra vez de la capacidad y operatividad de las FAS rusas y poner su honor y credibilidad a la altura de las milicias del EI (Estado Islámico), con absoluta maldad y sectarismo arremeten con saña contra el, según ellos, numerosísimo grupo de “oligarcas rusos que acompañan al zar Putin en sus aventuras guerreras dotados de majestuosos yates y bellas putas”.      

 

Voy a poner unos pocos ejemplos de la flagrante tomadura de pelo a Occidente por parte de la Inteligencia ucraniana colonizada por EEUU y Reino Unido:

 

  • La cantada masacre del hospital infantil de Mariúpol bombardeado sin piedad por los misiles de precisión rusos que presuntamente causó decenas de muertos entre sus pequeños pacientes y la destrucción integral del edificio. En realidad, un antiguo hospital sí, pero reconvertido por los batallones de nacionalistas y neonazis ucranianos en refugio y base de operaciones desde donde hostigaban a las Unidades rusas que cercaban la ciudad.

 

  • El uso de bombas de racimo y de fósforo por parte del Ejército ruso, acusación que nunca ha sido probada documentalmente ¿Por qué insana razón iban a utilizarlas las FAS rusas si su misión en Ucrania, como dijo con claridad manifiesta el presidente Putin, no era ni ocupar territorio ni mucho menos atacar a la población civil sino desmilitarizar y desnazificar esa nación (un peligro cierto para Rusia como futura base de la OTAN)? Tareas que podía realizar, y así lo ha venido haciendo, utilizando armas de última tecnología y escasos daños colaterales como misiles hipersónicos y misiles de crucero guiados con base en tierra, en el aire y en el mar

 

  • Las exageradas, abultadas y demenciales cifras de bajas del Ejército ruso facilitadas a los medios occidentales por parte del aparato de propaganda del cómico Volodimir Zelenski, que parecían (y parecen) confeccionadas por algún loco (o borracho) funcionario ayuno de cualquier conocimiento de lo que son las guerras y los Ejércitos. Así, a las dos o tres semanas de iniciado el operativo militar, la presidencia ucraniana soltó la alarmante cifra de 14.000 soldados muertos en combate en las filas rusas cuando el portavoz del ministerio de Defensa de ese país, el general de División Igor Konashenkov, solo admitió 495 bajas.

 

  • El exagerado y demencial dato de generales rusos muertos en combate (nada menos que siete en apenas veinte días de lucha) propalado por el Estado mayor del bando ucraniano y que en seguida recogió, sin analizar ni confirmar, la propaganda occidental. Como si los generales rusos fueran una especie de tontos de capirote que se dedicaran desde el minuto uno de la guerra a asaltar las trincheras enemigas al frente de sus hombres como hacían los caudillos o reyes en la Edad Media. Y claro está, sin chalecos anti balas y con las insignias de su rango militar en lugar destacado de sus uniformes para que los fusileros o francotiradores enemigos pudieran matarlos a placer.

 

  • En este sentido, y aunque estas noticias de muertes de generales rusos fueron fake news de primera magnitud, sí han podido ser desmentidas en alguna ocasión, como en el caso del fallecimiento en combate del teniente general Andrei Mordvichev, comandante en jefe del 8º Ejército ruso del Distrito Militar del Sur, que apareció vivito y coleando semanas después, el 18 de marzo de 2022, en las fotografías servidas por la Inteligencia rusa con motivo de la visita del líder checheno Ramzan Kadyrov a la ciudad sitiada de Mariúpol, tras la toma por sus guerrilleros del Ayuntamiento de la ciudad arrebatada tras feroces combates al regimiento neonazi Azov.

 

  • Y por último, porque no quiero ser exhaustivo, ahí van las últimas y muy sospechosas imágenes recogidas por todas las televisiones occidentales con unanimidad manifiesta, que presentan terribles escenas de desolación y muerte en las calles de la ciudad de Bucha, en los alrededores de Kiev, recién abandonada voluntariamente por el Ejército ruso en virtud de su repliegue a la nueva zona de operaciones del Dombás establecido en las conversaciones de paz Rusia/Ucrania, con numerosos cadáveres abandonados en las aceras y cunetas (algunos todavía con su bicicleta entre las piernas) y que han dado enseguida pie a que todos sus locutores y comentaristas adujeran clarísimas circunstancias de depravados crímenes de guerra por parte de los soldados rusos. Como si las unidades de combate de las Fuerzas Armadas de ese país estuvieran conformadas por desalmados psicópatas y asesinos a sueldo con ansias de matar civiles a destajo y, encima, carecieran de los soportes sanitarios normales en cualquier Ejército moderno que se encargan, con rapidez inusitada, de recoger del campo de batalla, heridos y muertos en aras de salvaguardar la higiene y salubridad de los lugares en disputa. Un burdo montaje, amigos, una estrafalaria, falsa y terrorífica escenografía montada tras la salida de las tropas rusas de ese arrabal de la capital ucraniana por cuenta de los sicarios del loco Zelenski en colaboración, por supuesto, con el Pentágono y la CIA.

 

  • Y termino con una muy prudente recomendación al lector/a:

 

“No se crea nada de las, con toda seguridad, falsas noticias referidas a la guerra servidas por uno solo de los bandos en lucha. Si los vasallos medios occidentales no quieren confirmarlas y asegurarse de que son ciertas antes de difundirlas, hágalo usted por ellos. Desconecte el televisor y no se trague sus continuas “ruedas de molino”.    

 

 

Fdo. Amadeo Martínez Inglés, Coronel, escritor e historiador.

 

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