Qué sería de Felipe sin «El País»… y viceversa

Sigue siendo habitual oír en todas partes «culpabilizar» a los medios de comunicación del éxito de Podemos. Ciertamente Pablo Iglesias fue bien acogido en todas las televisiones, tanto públicas como privadas, generaba audiencia y hasta las emisoras más afines al Partido Popular pugnaban por incluirle en sus tertulias. Por supuesto que las televisiones ayudaron a la difusión de los planteamientos de Pablo Iglesias primero y de Podemos después. Otra certeza garantiza que no hubo por parte de Iglesias ninguna promesa compensatoria, nada podía prometer desde su absoluta falta de poder politico o económico. Tampoco esperaban nada de él a medio plazo, las cadenas le veían como un producto de temporada, los partidos del 78 también. Ambos se equivocaron, y ahora PP y PSOE achacan a los medios la implantación de Podemos, mientras algunos de ellos cargan hipocritamente contra los que más horas de pantalla dieron a los de la formación morada.
Durante todo el tiempo que ha durado y dura esta diatriba no he oído a nadie recordar la vital ayuda que El País prestó al PSOE en los inicios de ambos.

El País nace en la primavera de 1976, lo funda José Ortega Spottorno, hijo de José Ortega y Gasset, que ya en 1966 había fundado Alianza Editorial. Su línea editorial destacaba por su vocación democrática en contraposición con la prensa franquista, línea inicial que compartió en exclusiva junto a «Diario 16», fundado tan solo cinco meses más tarde. Su dirección la ocupó Juan Luis Cebrián, por entonces apodado «el señorito». Cebrián es hijo de una destacado dirigente de la prensa del Movimiento, durante la dictadura militar había sido subdirector de «Pueblo» y jefe de informativos de TVE. En poco tiempo la línea del periódico comenzó a cambiar, la colaboración con ricos y poderosos y la ambición personal de su director llevaron al diario a instalarse en una zona conservadora. Según nos cuenta Javier Valenzuela, reportero del diario durante 30 años, en su artículo «Dos caimanes(1)
El País nunca ha sido un diario de izquierdas; ha sido, ciertamente, progresista en cuestiones culturales y sociales, pero en las cosas de comer, los temas económicos y laborales, siempre ha estado con los granes empresarios y los banqueros. En cuanto a su actitud política, calificarle de «socialista» o incluso de «portavoz del PSOE» ha sido siempre incorrecto, El País ha sido y es felipista. 
 
Felipe, Cebrián y Polanco suscribieron un pacto por el cual iban a compartir el monopolio de la razón y el corazón en la España de Juan Carlos I. El PSOE sería el partido de todos los ciudadanos no franquistas y el grupo Prisa, fraguado a partir del éxito de El País, se en cargaría de la comunicación, la cultura y el entretenimiento. 
La inusitada expansión del El País tuvo lugar en los años en que Felipe fue presidente del Gobierno, el favoritismo gubernamental fue la pieza clave para la adquisición de la SER y la potenciación de editoriales como Alfaguara y Santillana junto a la incursión en el mundo de la producción cinematográfica a través de Sogecine-Sogepaq. Todo un imperio empresarial. Unos favores que el diario devolvió a Felipe cuando estallaron los casos Roldán, Rubio y los GAL El País trabajó duro para transmitir a la opinión publica la idea de que toda la corrupción que pudiese salpicar al PSOE era exclusivamente fruto de diversas conspiraciones.
La salida del Gobierno de Gonzalez en 1996 ahonda aún más en el descarado felipismo de El País. Felipe Gonzalez quedo tocado después de que Borrell le ganara las primarias a Almunia, el candidato presentado por Felipe. No tardó El País en iniciar una campaña de desprestigio contra Borrell, campaña que provocó la retirada de Borrell, ganó y dimitió, dando paso libre al favorito de Felipe. Tampoco Zapatero se libró de los ataques del diario de Cebrián. Se le atacaba por todo lo que hacía (retirada de tropas de Irak, Ley de la Memoria Histórica, el final de ETA…), Cebríán, acostumbrado al favoritismo de Felipe, montó en cólera cuando el Gobierno de ZP no colmó sus aspiraciones de conseguir dos nuevos canales de televisión. Según J. Valenzuiela los platos rotos los pagó Carmen Chacón, aspirante a la Secretaria General del PSOE. Cebríán y Felipe maniobraron contundentemente para que el cargo recayese en Rubalcaba, amigo común de ambos. El PSOE volvía a estar controlado por Felipe Gonzalez y Juan Luis Cebrián.
Termina Valenzuela su artículo así:
 
Que Rubalcaba, el eterno mamporrero del felipismo, se haya incorporado al consejo editorial no me sorprende, aunque francamente lo encuentro. Una de las fortalezas del El País era que sabía guardar las formas con bastante habilidad. También eso ha ido desapareciendo.
 
Leído lo anterior se hace mucho más fácil entender el acoso de El País a Pedro Sánchez y la «exaltación» de Susana Diaz. Felipe sigue queriendo tener el control del PSOE y lo hace sin importarle las consecuencias, tanto para el partido como para sus militantes y votantes, Cebríán, fiel, le ayuda, quid pro quo.
Benito Sacaluga
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