Alberto Garzón: Llamazares y la honestidad en política

Estos días hemos conocido que Gaspar Llamazares ha fundado un nuevo partido político, que tiene vocación electoral, y también hemos sabido que se lo comunicó a Pedro Sánchez en una reunión privada que tuvo lugar a mediados de julio.
En primer lugar, llama la atención ese gesto de cordialidad con el líder del PSOE, porque tanto Ramón Argüelles, coordinador de IU Asturias, como yo mismo, coordinador de IU Federal, nos hemos enterado de los planes de Llamazares por la prensa. Desde luego, lo más grave es que la militancia de IU tampoco sabía nada. Y ya me diréis qué hay de normal en que los dirigentes de otro partido político se enteren antes que la propia gente a la que se representa como cargo público. Es verdad que todos intuíamos que algo se tramaba, pues veíamos ciertos indicios en los medios de comunicación, pero Llamazares, que lleva meses sin ir a las reuniones de IU Federal, no ha dado nunca ninguna explicación ni a la militancia que le hizo candidato ni a los órganos de IU a los que debería representar.
En segundo lugar, es de sobra conocido que Llamazares discrepa de la posición política de Izquierda Unida. Esto es totalmente legítimo, pues nuestra organización es plural y diversa y así ha de seguir siendo. La clave es que tomamos las decisiones colectivamente, y en la última asamblea federal de IU la candidatura de Llamazares obtuvo un 4% de los votos mientras que la que representa a la actual dirección obtuvo un 75%.

En tercer lugar, y a pesar de ese porcentaje de representación, Llamazares tiene una enorme presencia en medios de comunicación. A diferencia de lo que ocurre con cualquier otro cargo público de IU, esta presencia mediática no está coordinada con la dirección federal. Por decirlo de una forma breve: él va a su bola. Y no son pocas las ocasiones en las que Llamazares aprovecha esas oportunidades para criticar a su propia organización, sabiéndose aplaudido por quienes siempre buscan atacar a IU y al PCE. No parece la mejor estrategia para fortalecer a la organización ni para unir a la izquierda.
En cuarto lugar, las críticas de Llamazares a la dirección de IU suelen ser que nuestra organización va a desaparecer, o incluso que ya lo ha hecho, «liquidada» por Podemos. Da igual cuantas veces neguemos esa acusación, y da igual cuantas veces demostremos que IU tiene futuro para años y, además, un gran futuro si trabajamos con acierto. En este tema, Llamazares, erre que erre. Y no me negaréis que resulta cuando menos curioso que quien nos acusa de liquidar a IU monte otro partido, al margen de IU, que puede llegar a competir contra IU. Hace poco, otro excoordinador crítico con «la liquidación de IU», Diego Valderas, también aceptó un puesto político en el Gobierno del PSOE de Susana Díaz. Por suerte, la presión de mucha gente, también de su propia gente, le hizo reconsiderar la decisión. Pero vamos, vaya con el patriotismo de partido y la lealtad.
En quinto lugar, supongo que si uno tiene ya decidido marchase de su organización lo mejor que puede hacer, pensando exclusivamente en uno mismo, es criticar sin freno a su organización para que así alguien pueda creerse que está justificada la salida. Cuando ese hecho se produce finalmente la actitud se suele denominar «fe de los conversos». Y lo hemos padecido mucho en IU. Pero eso significa que lo afirmado carece de todo ápice de credibilidad. La fundación del nuevo partido de Llamazares hace que, para mí al menos, sus comentarios sobre IU no tengan definitivamente ninguna credibilidad. Está construyendo las excusas para irse.
En último lugar, un recordatorio. En IU hemos pasado años muy difíciles, como recordamos en nuestro balance anual de 2017 —que Llamazares no votó porque no acudió a la reunión—, y nos encontramos ahora en plena fase de recuperación. Ocho diputadas, dos senadoras, 20.000 militantes y 40.000 simpatizantes, más miles de cargos públicos por toda España son la base más activa que tenemos para seguir defendiendo una causa que consideramos justa: la del socialismo. Y seguiremos creciendo. Al fin y al cabo, lo que la historia reciente ha demostrado, también en IU, es que ninguna aventura personal o privada puede doblegar un proyecto con tanta fortaleza y con tanta razón.
Salud y República.
Alberto Garzón Espinosa 
Coordinador general de Izquierda Unida
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