Pedro Sánchez: amigo de Biden, enemigo de Mohamed.

El presidente del Gobierno destapa pasiones.

Sí, sí, está claro, amigos, este hombre que los españoles hemos puesto de aquellas maneras en la cúspide del Gobierno de España destapa pasiones allá por donde va. Es un crac sociopolítico de primera magnitud o por lo menos él se lo cree, un magnánimo de categoría sideral, un intrínseco allanador de voluntades, un espíritu puro de naturaleza angelical capaz de reconstruir Atlántidas perdidas, de solventar espurias disputas personales y colectivas, de concitar acuerdos políticos más o menos tóxicos germinados en el infierno de la controversia más áspera e irreconciliable, de cambiar malsanas revanchas y venganzas mortales por situaciones proclives al beso y a la cohabitación…pero ¡horror de horrores! evidencia un grave problema personal pegado a sus genes de ególatra máximo, que inhabilita y destruye todas esas supuestas dotes de estadista: ¡No lo quieren ver ni sus mejores amigos ni sus peores enemigos!

 

Veamos: Ahí tienen ustedes: un teórico gran amigo suyo (aunque no se haya visto con él en los últimos siete meses desde que gano las elecciones a la presidencia de EE.UU) en el contexto internacional como el presidente norteamericano Joe Biden, que no ha querido de ninguna de las maneras meterle en su agenda de visitas a gerifaltes de la OTAN y se ha escapado en cuanto ha podido por el pasillo tras toparse con él durante treinta segundos al inicio de la citada cumbre nordatlántica. Después de que sus adláteres de La Moncloa le hubieran confeccionado, según ellos, un fantasmal encuentro de alto nivel para que su amado jefe (que, por cierto, no tiene ni repajolera idea de geoestrategia, geopolítica, Logística o Prospectiva militar…) solucionara él solito junto al amo del mundo los últimos desencuentros globales Occidente/Nuevo imperio euroasiático y, en particular, el desagradable contencioso hispano/marroquí. Que, por cierto, se infla cada día más y tiene todas las trazas de acabar como el rosario de la aurora, es decir, a trompazo limpio en Ceuta y Melilla.

 

Y ahí tienen ustedes también, amigos, a uno de sus peores enemigos actuales, el alauí Mohamed VI, quien con toda la lógica del mundo tampoco quiere verlo ni en pintura y lo ha venido ninguneando desde que asumió, en temerario golpe de mano, su actual cargo monclovita pero que, además, acaba de colocarlo, a través de la revista de más tirada de su reino, en la diana de los peores enemigos de Marruecos ¡Toma ya! Algo sumamente insidioso para España, obviamente, pero también muy peligroso a nivel personal pues semejante título lo deja con el culo al aire y expuesto a que cualquier “loco carioco” adscrito al nacionalismo radical marroquí, con turbante o sin él, le meta algo duro entre ceja y ceja y lo mande a los infiernos.

 

O sea, amigos, que vamos apañados con este impresentable jefe de Gobierno que nos colocó en su día el averno parlamentario de la moción de censura del borrachuzo de Rajoy, que le entregó el poder sin despegarse de la barra del bar trasegando gintonics a más mejor. Porque este Pedro, Pedrito, Pedrete “El Magnánimo” (el título es suyo) además, de no dejarnos vivir en paz estos últimos años con sus excentricidades, sus mentiras, sus continuas meteduras de pata, su incompetencia, su temeridad manifiesta, su egolatría de barrio, su chulería de gimnasio… etc, etc, es un tipo que no lo quiere nadie en el difícil mundo de la política y del estatus internacional. Lo están tomando por el pito del sereno tanto sus supuestos amigos como sus certeros enemigos y lo malo no es eso sino que tamaña situación personal de “tonto del pueblo” o “ chico de los recados” nos deja a los españoles en muy mala posición,  como ciudadanos de tercera división mundial, como torpes ciudadanos de una nación venida muy a menos, en conflicto político perenne, arruinada, pedigüeña, en trance de disolución acelerada, indefensa ante cualquier peligro exterior  por muchas palabritas que se gaste el señor Borrell en ayudarnos desde Bruselas o por mucha OTAN a la que pertenezcamos, Pues si alguien con dos dedos de frente se cree que los soldados estadounidenses, alemanes, franceses o italianos, van a jugarse la vida por echarnos una mano si al gordo Mohamed VI un día de estos se le ocurre la idea de pasar de fase en su confrontación con España y lanza a sus huestes sobre Ceuta y Melilla… se equivoca totalmente.         

 

Bueno, pues la solución a esta desagradable situación en la que estamos con un presidente del Gobierno olvidado por amigos y enemigos y cuestionado por la mayoría de los ciudadanos en su propia casa (la última aventura en la que se ha metido el solito, el indulto a los presos del “procés”, está siendo rechazada por más del 60% de españoles), no es nada sencilla. La ley, aunque no fuera elegido en unas elecciones generales, está de su parte y la democracia es la democracia. Hay que echarlo de su poltrona sí, pero por procedimientos democráticos faltaría más, porque si no los que nos vamos a ir vamos a ser todos los probos habitantes de este país… pero a la porra, por no decir a la mierda que suena bastante peor. Como en esta piel de toro eso de los gobiernos de concentración o salvación nacional no tienen ningún recorrido (no así en otras naciones europeas como Italia que acaba de promocionar uno) no queda más remedio que rezar para que las nuevas elecciones generales vengan pronto a esta desquiciada tierra, aunque resulta altamente improbable que los republicanos catalanes y peneuvistas vascos suelten al maromo/presidente  de donde lo tienen cogido que les supone dinero a espuertas y gabelas políticas de todo tipo. Así, aunque con el cambio España siga con una mano delante, la otra detrás y la boca y la nariz tapadas, es de suponer que al nuevo presidente del Ejecutivo español (no creo que sea el soso Pablito Casado, si acaso su lugarteniente la Ayuso) tanto sus amigos como sus eventuales enemigos le hagan un poco de caso, ¡Coño, que ya está bien de ir los españoles de idiotas por el mundo, con un napoleón de vía estrecha a los mandos, y encima con mascarilla! 

 

                           

                                         Madrid, 16 de junio de 2021.

                                         Fdo: Amadeo Martínez Inglés, Coronel, escritor e historiador.

 

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