Las promesas incumplidas de la izquierda le abren la puerta a la ultraderecha.

Los recientes resultados electorales de Castilla y León vienen a conformar la dinámica observada desde que VOX irrumpió en la Parlamento de Andalucía en el año 2018, que no es otra que la constatación de que los ideales más rancios, antidemocráticos y enemigos del progreso social que tienen como máximo exponente a esta formación de ultraderecha están muy presentes en nuestra sociedad.

Esta tendencia no está, ni mucho menos, lejos de desaparecer, baste ver las encuestas realizadas y las opiniones de una gran parte de la población, para observar que el crecimiento de estos principios que pretender eliminar un número importante de conquistas sociales se han convertido en una amenaza real que hay que tomar en serio y contrarrestar con argumentos y acciones que muestren lo equivocado del modelo de sociedad que la ultraderecha propugna.

La autodenominada izquierda, aquella que iba a asaltar los cielos, ha visto a VOX y por ende a sus propuestas, como un elemento folclórico del debate político. Han ridiculizado de manera infantil cualquier acción que han realizado sin mostrar de manera contundente las tremendas contradicciones y las nefastas consecuencias que tendría, para la clase trabajadora, la llegada al poder de esta forma de hacer política, obviando que llevan protagonizando el debate político y acaparando los temas de discusión desde dicha aparición en Andalucía.

De esta forma, elementos del estado de bienestar ampliamente consensuados (como igualdad, pensiones públicas o servicios esenciales de carácter público y universal) no ya solo en España, si no también en Europa, son puestas en entredicho por una formación que, no olvidemos, tiene serias posibilidades de entrar en un número importante de gobiernos municipales y en el Gobierno de la Nación.

La izquierda achaca todos estos males a los medios de comunicación y lo que es peor, a la incultura política de la población, lo que supone un tremendo error y perpetúa la falta de autocrítica tan presente en la izquierda institucional.

Si hacemos un ligero análisis de la acción de Unidas Podemos en el Gobierno Central, al PSOE por motivos obvios no lo consideramos de izquierda, obtenemos como principal conclusión una falta de cumplimientos de sus compromisos electorales que fueron repetidos hasta la saciedad por esta formación. Como resultado, en las áreas de gobierno que son de su competencia exclusiva, como Universidades o Derechos Sociales, las clases populares no han experimentado ningún avance durante la presente legislatura. La universidad sigue siendo para el que se la pueda pagar y los Derechos Sociales siguen en manos privadas de fondos buitres y empresas de servicios, que lejos de ver como sus privilegios se limitaban, han aumentado con el apoyo de la gestión privada por parte de Unidas Podemos de estos servicios esenciales y que son usados por las personas más vulnerables. El Real Decreto del 4 de noviembre del 2020 firmado por Pablo Iglesias, y que es uno de los textos más lamentables que ha leído nunca el autor de este artículo, es un perfecto ejemplo de esta afirmación. Así mismo, su inacción ante la inflación disparada y el alejamiento de los problemas reales que tienen de las capas de la población a la que dicen representar están sentenciando el futuro de Unidas Podemos.

Resumiendo, la calidad de vida de la clase trabajadora, de las personas que depositaron su voto, y por lo tanto su confianza en UP, es peor que antes de que entraran a formar parte del gobierno, todo ellos mientras los beneficios de la clase dirigente han aumentado, y eso no es culpa de ni de los medios de comunicación, ni de nadie más que de UP por su falta de valentía en luchar por algo tan elemental como hacer cumplir su programa electoral.

Las perspectivas no son buenas a nivel nacional. Yolanda Díaz cuyo principal mérito ha sido el incumplimiento de otra promesa electoral como fue derogar la reforma laboral, lo que le valió elogios de gente tan alejada de nuestra realidad como Ana Patricia Botín, se presenta como principal alternativa para contrarrestar a las fuerzas más conservadoras siendo una iniciativa    ( la de Yolanda Díaz) que cuenta con el beneplácito de PSOE, de la CEOE y del ya mencionado IBEX  35. Es decir, que nace domesticada por varias de la patas que sustentan a la ultraderecha.

En Coslada este somero análisis es perfectamente aplicable a la acción de la izquierda en nuestro municipio.  Antes de comenzar la legislatura PODEMOS se comprometió a aumentar las partidas para diversidad funcional y reducir las destinadas al personal electo amén de otra serie de propuestas que ya sabían de antemano que eran irrealizables.

Una vez con el trabajo asegurado por cuatro años hacen lo mismo que UP y se olvidan de estas buenas intenciones y asistimos a un comienzo de la legislatura con subida de sueldos y el consentimiento de un elevadísimo número de cargos de confianza y una clamorosa falta de propuestas realistas y necesarias, la aprobación de 400.000 euros para la construcción de una estatua no es ni realista ni necesaria.

Así mismo, en las áreas del gobierno municipal que son de competencia la inacción y la continuidad de gobiernos anteriores ha sido la tónica predominante. Mención especial merecen algunas iniciativas, que ya trataremos con más detenimiento, como el pretender suplantar a profesionales con voluntarios para proyectos de intervención social, medida esta más propia de VOX, que de un partido que pretende otorgar unos servicios públicos de calidad a quien lo necesite.

Con este balance de legislatura no hacen otra cosa, al igual que hace el Gobierno Central, que tender una alfombra roja, azul en este caso, para que VOX y el PP entren en la alcaldía y en el Gobierno de España de manera incuestionable.

Es necesario que la izquierda recupere la iniciativa, que se acerque a la realidad de la gente, en definitiva, recuperar la esencia de sus valores de servidores públicos al servicio de la mayoría social y trabajar para solucionar los problemas reales de la ciudadanía.

                                         

                                                                                                                 Raúl Carmona.

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