Elecciones en el recuerdo, 45 años después.

Por Víctor Arrogante. 

Las elecciones del 15 de Julio de 1977, de las que ahora se cumplen cuarenta y cinco años, tuvieron sus propios valores, que supusieron la conquista pacífica de una democracia, «imperfecta», que significó un gran paso hacia la modernidad. Fueron unas elecciones en libertad y sin ira, que cantara Jarcha. 

Ya he tratado el tema en otras ocasiones, pero la viene al pelo en estos momentos electorales en Andalucía, que sin, cuyos resultados tendrá una repercusión directa en el Estado, y veremos si no se produce un adelanto electoral. Las elecciones del 15J se desarrollaron en un clima de expectación y esperanza sin límite. Eran las primeras elecciones democráticas, desde las elecciones a Cortes en febrero de 1936. 

Antes, el 15 de diciembre del año anterior, se había celebrado un referéndum en el que se nos preguntó: ¿Aprueba el Proyecto de Ley para la Reforma Política?. El 94,17% de los votantes (con una participación del 77,8%) dijimos Sí Salíamos de una dictadura en la que no se permitía pensar y poco soñar; solo obedecer las consignas del dictador y la de los mandatarios del régimen. 

El resultado de aquellas elecciones fue ilustrativo de lo que sucedía. Lo que no habían previsto los diseñadores del proceso, lo corrigió la ley D’hondt. Se presentaron más de ochenta partidos o agrupaciones electorales y consiguieron escaño doce candidaturas. Ganó Adolfo Suárez, como heredero del régimen. Hubo una participación del 78,83%. La Unión de Centro Democrático obtuvo 6.310.391 de votos y consiguió 165 escaños. El segundo partido fue el PSOE de Felipe González, con 5.371.866 de votos y 118 diputados. El PCE, con Santiago Carrillo a la cabeza, consiguió ser la tercera fuerza política, con 20 escaños y 1.709.890 votos; seguido por Alianza Popular, liderado por Manuel Fraga, representando al franquismo sociológico con 1.504.771 votos y 16 diputados. El Partido Socialista Popular de Tierno Galván, obtuvo 816.582 votos y 6 diputados. Daba comienzo la Transición hacia la democracia y sin anunciarlo unas Cortes constituyentes. 

Hoy percibimos, como la Transición, cerró en falso el conflicto de las dos españas,  que se visibilizaron en el debate de la moción de censura presentada por Pablo Iglesias en 2017. Por un lado  los corruptos sin escrúpulos que creen que se pueden reír de España desde la tribuna del Congreso; por otro, una España que quiere construir un futuro. 

El 15J de 1977, la izquierda votó con el precedente de Pinochet en la cabeza, que aplastó un gobierno de izquierdas surgido de las urnas en 1973; y la derecha, con el de Portugal (1974), que puso fin a una larga dictadura anticomunista y emprendió un proceso revolucionario. Las elecciones del 15J fueron singulares por tres razones: tuvieron un trasfondo que favoreció la entente, sus grandes opciones políticas se perfilaron sobre la marcha y los resultados pusieron las bases de la Transición. En el recuerdo la Guerra Civil, que mostraba los riesgos de una nueva confrontación. Los mandatarios del régimen, sabían que tenía que buscar una salida desde arriba para evitar un eventual proceso revolucionario como el portugués. Y el grueso de la oposición era consciente de que hacía falta contención para evitar que el Ejército interviniera en el proceso político, como Chile. 

Las campañas de los principales partidos fueron dispares. UCD dispuso de cuantiosos recursos y Adolfo Suárez su gran capital. Prácticamente no hizo campaña, se limitó a una visita a su pueblo, Cebreros, contadas entrevistas a los medios, y la decisiva aparición en el último espacio electoral en televisión, que decantó a su favor un considerable número de votos. AP fue el polo de atracción del voto más franquista; se empeñaron en remarcar el pasado y el miedo. Fraga tampoco contribuyó a crear una imagen moderada. La campaña de los comunistas fue escasa en medios y en ideas, subrayando su pasado de principal fuerza opositora al franquismo, pero con muchas dificultades para superar las reticencias de una buena parte de la sociedad. 

La división de la izquierda jugó a favor de Suárez. El PSP de Tierno Galván consiguió más de 800.000 votos. UCD obtuvo un millón de votos más que el PSOE. Si el partido de Tierno hubiera concurrido con el PSOE, el resultado de los socialistas habría sido espectacular. La campaña más eficaz fue la del PSOE. Junto a una imagen moderada lanzó a un joven líder y con futuro. Apoyados por los socialdemócratas alemanes del SPD, dispusieron de un aparato poderoso que habían venido preparando desde 1973. 

Siguiendo las reflexiones del profesor Xavier Casals, las elecciones se caracterizaron por una cierta ceremonia de la confusión. El PCE moderó el discurso y el PSOE lo radicalizó. Los comunistas tenían una imagen pésima acuñada por el franquismo durante 40 años, por lo que tras su legalización en abril de 1977, mostró su máxima moderación para ganar respetabilidad, bajo el lema Socialismo en libertad. Por el contrario PSOE, con el lema «Socialismo es libertad» y declarado marxista, liderado por Felipe González, no era percibido como una amenaza e hizo un camino inverso para disputar el electorado al PCE. 

El Gobierno Suárez negoció con las fuerzas políticas los principios básicos del Decreto-ley de 23 de marzo de 1977, que reguló las tres primeras elecciones generales –1977, 1979, 1982– y que en lo sustancial se mantiene. El Congreso de los Diputados estaría formado por 350 diputados, elegidos por un sistema de escrutinio proporcional siguiendo el método D’Hondt, que favorece a las candidaturas más votadas. Para evitar la fragmentación, que impidiera articular mayorías estables, se estableció un mínimo del 3% de los votos para entrar en el reparto de escaños. El Senado se constituiría con 207 electos, más 41 designados por el Rey. Elegidos por un sistema mayoritario limitado, pudiendo elegir a un máximo de tres candidatos. Se eligen cuatro por cada circunscripción. El Senado, cuya existencia exigieron los sectores más conservadores, se convirtió en un refugio para una parte de los dirigentes provenientes del franquismo. 

Aquella cita con las urnas definió muchas de las tendencias políticas y conflictos que han llegado hasta hoy. Nos legó la Constitución de 1978; el sistema electoral vigente; el conflicto territorial del País Vasco, marcado por la violencia de ETA; y Cataluña, donde el 15J triunfaron los socialistas, seguidos de los comunistas. Para evitar que se constituyera una Generalitat de izquierdas, Suárez facilitó el regreso del presidente de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas, nombrándole presidente provisional, a pesar de que nadie lo había votado y su legitimidad era republicana. 

El resultado electoral fortaleció la joven democracia, perfiló un sistema de partidos homologable a cualquier país europeo y, sobre todo, facilitó que el nuevo Congreso iniciara un proceso constituyente capaz de dotar al país de una Constitución basada en el consenso. 

Las elecciones del 15J, resultaron ser un hecho histórico que superaba el paréntesis abierto desde el tiempo de la Segunda República, y que se constituyó como uno de los grandes momentos del proceso de transición democrática abierto tras la muerte de Franco y que se inició con la aprobación de la Ley para la Reforma Política a finales de 1976. 

La Ley de Reforma Política de 1976 supuso el harakiri de las Cortes franquistas y fue masivamente apoyada en referéndum. En marzo del año siguiente se publicaron las normas electorales que posteriormente serían recogidas en la Constitución de 1978. Con todo, se constataba que el sistema electoral fue uno de los grandes logros de Adolfo Suárez. 

Sobre los resultados, El Socialista en su primera página titulaba: Ahora, el futuro, hablando de un clima civilizado y en paz, abriendo el camino a la democracia, a una convivencia en una sociedad más justa. 

El futuro ya está aquí y vemos como todas aquellas buenas intenciones y augurios se tambalean, con la llegada de la ultraderecha a los gobiernos autonómicos y la falta de sentido de Estado del partido de la derecha, que pone todos los impedimentos para una tranquilidad política y social que la ciudadanía necesita.

 

Víctor Arrogante, profesor y analista político.

 

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