Campos de concentración franquistas en lugares emblemáticos de Madrid.

El estadio Santiago Bernabéu, la Plaza de Toros de las Ventas y el Palacio Vistalegre son algunos de los sitios que albergaron campos de concentración durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura franquista.

Los aficionados que acuden a un partido de fútbol en el Santiago Bernabéu, o los que asisten a un concierto en el Palacio Vistalegre, probablemente desconozcan que los recintos donde ahora se encuentran estos estadios fueron utilizados como campos de concentración del Régimen Franquista. Al menos, hubo 7 en la ciudad de Madrid. El resto se ubicaron en la Plaza de Toros de las Ventas, en el Grupo Escolar Miguel de Unamuno de Legazpi, donde ahora se encuentra el campo del Rayo Vallecano, en el antiguo Stadium Metropolitano, y en Carabanchel Bajo.

La represión que se ejerció durante la dictadura a todo aquel que se saliera de su esfera política  y social adoptó diversas formas. Algunas de ellas han permanecido ocultas durante años y apenas son conocidas por la sociedad española. Además de las cárceles, existieron más de 300 campos de concentración en todo el territorio del país, tanto provisionales como de larga duración. Por allí pasaron entre 700.000 y un millón de reclusos desde el golpe de estado en 1936 hasta 1947. 

En 2019, Carlos Hernández de Miguel publicó su libro Los campos de concentración de Franco. El estudio de Hernández arrojó luz al asunto gracias a una exhaustiva investigación de archivos, entrevistas y memorias de personas que estuvieron cautivas. Él estimó que hubo al menos 296 campos, un centenar más de lo que se había calculado hasta entonces. Hernández explicó cómo los reclusos eran utilizados como esclavos para trabajos forzosos, sufrían torturas y lidiaban con condiciones sanitarias nefastas. Las muertes en los campos no quedaban registradas, pero en los 15 campos que han podido ser investigados, se estiman más de 6000 asesinatos. 

Cómo era la vida en los campos

La mayoría de los cautivos eran prisioneros de guerra y presos políticos vinculados a grupos republicanos o de izquierda. Se trataba de personas que no habían sido asesinadas durante la sublevación, pero no les llevaban a cárceles porque no constaba una acusación formal. Por lo tanto, ninguno de los reclusos de los campos había sido juzgado de manera oficial por tribunales franquistas

El programa Línea 900 de RTVE ilustró cómo era el día a día en los campos. Los supervivientes contaron que vivían apelotonados y tenían que dormir encogidos. También destacaron las plagas de piojos, que podían verse incluso en la ropa. Las inspecciones sanitarias realizadas por el ejército de Franco documentaron que los prisioneros vivían con lo puesto y sin camas. También recogieron por escrito las altas condiciones de humedad y grandes brotes de sarna. A todo esto se le sumaban las frecuentes agresiones y castigos físicos, que en ocasiones acababan con la vida de los reclusos.

Algunos prisioneros eran destinados a batallones de trabajadores. Principalmente los que de edad militar y clasificados como dudosos o indiferentes al movimiento nacional. Para ser liberados tenían que presentar avales que certificaran su inocencia. La mayoría de estos documentos eran denegados. Sólo los consideraban si los firmaba alguien de renombre y cercano al régimen, como curas o guardias civiles.

Dónde estaban los campos de concentración

Durante la guerra, el bando franquista acumuló un gran número de prisioneros. Para hacerle frente a esta situación, crearon la Inspección General de Campos de Concentración en 1937. Los situaron cerca de las vías de ferrocarril para facilitar el traslado de retenidos desde los frentes. De hecho, los depósitos de máquinas de RENFE se utilizaron para hacinar personas de forma provisional.

Andalucía es la comunidad donde se establecieron más campos de concentración, pero ocurrió en todas las provincias. Un 30% de los campos eran barracones al aire libre. Sin embargo, para la gran mayoría utilizaron edificios con grandes capacidades de aforo. Por ejemplo, plazas de toros, como Las Ventas de Madrid. También habilitaron cuarteles militares, fábricas abandonadas y edificios religiosos. 

Cuando acabó la guerra en 1939, muchos de los campos cerraron. En Madrid, muchos fueron provisionales. Por ejemplo, el que se ubicaba en el campo de fútbol del Viejo Chamartín, donde ahora juega el Real Madrid, operó sólo en abril de 1939. Sin embargo, llegó a reunir más de 15.000 presos. En contraposición, el Campo de concentración de Unamuno, en Legazpi, funcionó hasta 1942.

El último campo de concentración oficial cerró en 1947 en Miranda del Ebro. En el resto de la dictadura se siguieron habilitando lugares con funciones similares pero bajo otras denominaciones. Por ejemplo, la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía para la «reeducación» de homosexuales.

 

 

Fuente: https://elgeneracionalpost.com/cultura/historia/2025/0329/211192/lugares-emblematicos-de-madrid-que-fueron-utilizados-como-campos-de-concentracion.html

 

 

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