La familia Franco, un negocio de 600 millones de euros

El 20 de febrero de 1968, casi siete años antes de su fallecimiento, Francisco Franco rubricaba en el palacio de El Pardo su testamento personal. Quienes han tenido en su mano el documento, indican que certificaba el legado a su muerte de dos millones de pesetas (12.000 euros) a cada uno de sus siete nietos, y a su mujer y a su hija los bienes inmobiliarios registrados a su nombre: el palacio del Canto del Pico (Torrelodones) y el pazo de Meirás, ambos regalados al dictador.
Según un reciente estudio publicado en La Voz de Galicia, el patrimonio familiar de Franco era mucho mayor. Tanto, que de esos bienes han seguido viviendo en buena medida sus descendientes y han generado actividad a medio centenar de sociedades centradas mayoritariamente en gestionar el tesoro familiar y rentabilizarlo en el negocio del ladrillo.
El legado patrimonial de Franco no ha sufrido revisión alguna para rescatar los bienes recibidos como jefe del Estado, haciendo posible así que las propiedades que pasaron a su dominio y las que sus descendientes gestionaron, sigan haciendo de Franco un negocio muy vivo, aún 42 años después de su muerte.

Así nació la fortuna de Franco
Franco era un corrupto que ejecutó mordidas desde la guerra civil. Un opresor que aflojó las cuentas públicas de España y estableció un entramado que desaguaba riqueza en su figura omnímoda. El perfil latrocínico del militar arranca a lo grande: se hizo con casi 400 millones de euros tras la ‘cruzada’ contra la República.
“Franco se consideraba el Estado, España. Necesitaba dinero y se apropió de él”, cuenta a eldiario.es el historiador Ángel Viñas en su libro La otra cara del caudillo (Crítica, 2015), una obra que da “un paso más en el continuo proceso de desmitificación de Franco”.
Tenía un plan y robó, para cumplirlo, una idea al propio Hitler: el Führerprinzip o mandato dictatorial como “fuente de Derecho”. Usaba “leyes reservadas” y ocultas al Boletín Oficial del Estado, disposiciones secretas que explotó “desde los años de la guerra civil hasta 1957”. Una “curiosa y desconocida costumbre de Franco” que solo conocían “aquellos privilegiados que se ocuparon de llevarlas a la práctica”, describe Viñas.
Por ahí filtró a su interés parte de las donaciones “a la causa nacional”. Las mordidas al apoyo económico a la rebelión militar contra la República inauguran en octubre del 36 la cuenta corrupta que vive un episodio de oro al final de la guerra con las 600 toneladas de café entregado por el dictador brasileño Getúlio Vargas. “Un regalo al Estado español” que Franco pasó a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes dependiente del Ministerio de Industria y Comercio “y cobró por adelantado su importe”, 7,5 millones de pesetas, que serían hoy unos 85,6 millones de euros.
Franco, corruptor y corrupto, cosió a la clase dirigente en la confusión premeditada entre lo público y lo privado. Y ése carácter sistémico brotaba en cualquier aspecto de la vida, con el estraperlo como gran ejemplo cotidiano: el comercio prohibido con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a racionamiento. Amén del tráfico de penicilina en el ámbito sanitario, el “trabajo esclavo” como inagotable fuente de recursos e incluso la “necesidad de recomendaciones para salvar la vida”, enumera el historiador José Luis Gutiérrez Molina
Es una familia rica, rica de verdad
Según Mariano Sánchez Soler, autor del libro Los Franco S.A. «La gran mayoría de sus bienes los lograron con tráfico de influencias, cuando esa práctica no era vista como un delito. Se añaden los regalos que recibían de los favorecidos por el régimen, además de los que les entregaron cada semana durante 40 años de recepciones semanales en El Pardo, con presentes con precio tasado previamente por la Casa Civil y de los que nunca han dado cuenta».
Con el valor registral del día que falleció Franco, el patrimonio de la familia fue tasado por Sánchez Soler, con escrituras y valoraciones de Hacienda en mano, en 1.000 millones de pesetas (6,01 millones de euros), un dineral entonces, aún mayor a precio de mercado.
En su conjunto, la fortuna de los Franco ha llegado a ser situada en torno a los 600 millones de euros, cálculo en todo caso difícil de concretar dado el laberinto societario con el que se han recubierto sus propiedades y la imposibilidad de conocer si ha llegado a atesorar capital en el extranjero, donde la hija del dictador y su esposo, el marqués de Villaverde, viajaban incluso con pasaporte diplomático hasta que en 1978 Carmen Franco fue sorprendida en la aduana destino a Suiza con 31 medallas de oro y brillantes regaladas al dictador. «Se me había ocurrido hacer con ellas un reloj», argumentó entonces.
Fuentes consultadas: La Voz de Galicia y eldiario.es
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