Hace dos años, tuvo lugar una de las mayores agresiones antidemocráticas de nuestra historia reciente: el 2 de junio, Juan Carlos I de Borbón, hijo político del dictador Franco, más interesado en sus juergas y caprichos que en el servicio público, abdicaba y, tal día como hoy, su hijo Felipe VI, a quien nadie había elegido, era nombrado rey sin consulta, de espaldas a la mayoría social.
Hace dos años, decenas de miles de ciudadanos llenaban esta plaza para expresar su protesta y exigir la apertura de un proceso constituyente que devolviera la soberanía al pueblo y una República que siente las bases de un verdadero y real cambio.
Aquel atentado antidemocrático se perpetraba en un momento político de lucha, con las calles desbordadas de mareas de dignidad que exigían el fin de los recortes y la recuperación de lo que el pueblo ha conquistado con su esfuerzo y estaba amenazado por un gobierno de corruptos.
¿Llegado el caso un pelotón de soldados salvará a la Constitución (y a los españoles)? El Estado Mayor ya ha…