Rubén Yuste | Público
“Cuando el río suena, agua lleva”, reza el dicho popular. En los últimos años son muchas voces que apuntan a la existencia de una Caja B de la monarquía, una suerte de flujo de enriquecimiento paralelo a los recursos que recibe la Casa Real de los presupuestos del Estado. Según el New York Times, el monarca tenía en 2012 una fortuna valorada en 2.300 millones de dólares, lo que le situaba como la sexta fortuna de España ese año, por delante de las hermanas Koplowitz, o de Florentino Pérez. En el artículo narraban que el rey llegó al trono en 1975 con nada y, desde entonces, “ha trabajado duro para generar su propia fortuna personal, más allá de los 8,3 millones de euros de presupuesto anual”. No obstante, hay que tener en cuenta que no existen datos oficiales que acrediten esta cantidad.
En todo caso, las dudas que genera la falta de datos sobre su patrimonio privado podría haberse solucionado con la publicación de su patrimonio, algo que hacen ya todos los altos cargos del Estado. Pero si la falta de transparencia denota una actitud poco colaboradora, sorprende aún más que la Casa Real o el Gobierno defiendan al rey emérito y minusvaloren las acusaciones de su entorno más cercano de haberse lucrado ilícitamente. Es el caso de la reciente grabación filtrada de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en la que aseguraba que el rey “cobró 100 millones de una comisión”, y que podría zanjarse con una explicación convincente o un dato por parte de la Casa Real o el Gobierno.
Sin embargo, el Gobierno ha optado por ir a la ofensiva y proteger al monarca, tanto en la pieza separada del caso Tandem que investiga las grabaciones del ex comisario Villarejo a Corinna (y que finalmente ha sido archivado); como en la posible comisión de investigación en el Congreso, con la que podría cerrar para siempre el debate con explicaciones convincentes. En cambio, sólo hay silencios y negaciones, pero ningún dato. Y, en todos los casos, se utiliza un argumento que es del todo inculpatorio: investigar la riqueza del rey choca con la inviolabilidad que le otorga la Constitución. Es decir, no dicen que sea falso que se haya enriquecido, pero sí que esto es imposible de investigar. Un argumento de autoridad que choca con la idea de un Estado democrático y con las reglas elementales del Estado de derecho.
Lo que es innegable es que, aunque pretendan exculpar al monarca ab initio, hay demasiados indicios que apuntan a la existencia de una fortuna paralela de la monarquía escondida una Caja B, que se ha ido amasando junto a personajes que son el pilar de grandes casos de corrupción:
El caso KIO y Manuel de Prado y Colón de Carvajal: el administrador del rey Juan Carlos entró en la cárcel en 2003 por apropiación indebida del dinero de una filial del grupo Kuwaiti KIO. En sus memorias (publicadas en septiembre de este año) contaba que cuando ingresó en prisión “el rey seguía tan pancho. Entiéndanlo en el buen sentido. No tenía nada que temer”. Prado fue el administrador privado del rey y mano derecha durante su etapa como sucesor de Franco y éste le otorgó toda clase de privilegios -ya como rey-, como el de embajador, patrón de las olimpiadas, o de la Expo92. Gracias a las conexiones con la Casa Real, acabó como presidente de Iberia, y consejero de un sinfín de empresas del ámbito de derivados del petróleo y gas como Butano, SA, ENAGAS, CAMPSA, Saras Energía, ERG Petróleos y ENEROIL. Es precisamente del sector del petróleo donde supuestamente provendría parte de la fortuna del rey Juan Carlos, a través de comisiones que recibiría por la intermediación entre los países productores árabes y las petroleras españolas. Hay que puntualizar que, además, es un ámbito de alto impacto en la sociedad, pues la venta de gasolina en España tiene el margen de beneficio más elevado (precios antes de impuestos) de Europa (0,403 frente a 0,378 de la media europea).
Diego Torres y el caso Noos: Diego Torres apuntó a la presencia del rey emérito y el vigente rey Felipe VI en las reuniones del instituto Noos, la empresa de Urdangarín que utilizaba para contratar con la administración y por lo que ha sido condenado a prisión. Ante las cámaras de La Sexta el socio de Urdangarín apuntó incluso a que
“El rey Felipe VI aparece en una de las actas de reunión de Nóos”. Tanto en sus declaraciones como en el juicio, declaró el conocimiento del monarca y su entorno de las cuentas y pormenores del Insittuto Noos. En declaraciones a prensa escrita declaró que “el rey Juan Carlos hizo gestiones para conseguir un patrocinio de 110 millones de euros”. El fiscal del caso Noos, Pedro Horrach, apuntó a la existencia de delitos fiscales en el caso del rey, ya que supuestamente le hizo una donación de 1,5 millones a la Infanta para comprar el palacete de Pedralbes. Pero que acudiera no era posible, según el ex fiscal, “porque tenía inmunidad.
Francisco Correa y la trama Gurtel: en el publicado por
eldiario en 2015, el líder de la trama Gurtel, Francisco Correa, apuntó a la existencia de un personaje relevante que estaría en la famosa cuenta Soleado en Suiza y que ello garantizaba su seguridad. Entre las pistas que da figura el que su chófer llevaba al financiero Arturo Fasana a visitar a su cliente, y que en Suiza pudo acreditar que efectivamente era él. Finalmente, en las grabaciones de Corinna publicadas este verano, esta declaraba que el abogado Dante Canonica era el que creaba estructuras opacas y ponía propiedades a su nombre. Dante, abogado que trabaja para Fasana, declaró en 2009 en la audiencia nacional por el dinero del caso Gurtel que terminaba en la cuenta suiza que Fasana y él administraban. En su declaración a los medios, Pablo Crespo, cabecilla de Gurtel ha señalado recientemente en una
entrevista a Fasana como el principal que podría resolver la duda: “Fasana puede aclarar si Juan Carlos I tenía dinero en Suiza; dudo que le pregunten”. Si en el escrito de Correa relató que en la cuenta Soleado aparecían “las iniciales de dos importantes instituciones del Estado”, en el juicio de la Gurtel detalló la importancia de este dato “porque entonces sería una revolución, abriríamos mañana, o esta tarde, todos los periódicos”.
El Compiyogui, Villarejo, Corinna y las comisiones: es la prueba más contundente, y procede de la supuesta amante del rey emérito y acompañante en viajes oficiales, Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Según estas declaraciones filtradas a la prensa, la fortuna del rey la ocultarían diversos testaferros, pero principalmente su primo Álvaro de Orleans y Borbón. En las grabaciones, detalla con lujo de detalles la operativa: “Ponen la propiedad dentro de la estructura, hacen como un contrato de venta y entonces parece todo perfecto. Claro, no pueden decir que el beneficiario es el otro (en referencia al rey emérito). Entonces, sin decírmelo, me lo ponen y después dicen: ‘Esta no quiere devolverle la cosa’. Pero si lo hago, es money laundering. Es blanqueo”. Estas conversaciones también explicarían el rol de Corinna en sus múltiples viajes a Arabia Saudí junto a Juan Carlos, o en su ausencia. En una de las grabaciones el rey se quejó, según Corunna, al presidente de OHL por no haber recibido la comisión por la adjudicación del tren a la Meca: “¡No me jodas, mi comisión! Yo hice el tren. Yo hablé con mi amigo, mi hermano, y con los saudíes” (…) “me tenéis que pagar a mí, no a Zanganeh. Yo me reuní con quien cerró el contrato”. Este testimonio explicaría el SMS que publicó el diario
Público en el cual el compiyogui de la reina Leticia, Javier López Madrid, escribió: “He pensado que lo mejor es que sea el rey padre el que reciba a Neil [Brimson] y compañía en privado y eso lo gestiono con mi cuñado”. Según apuntan, Neil Brimson era socio gerente de la oficina Herbert Smith, uno de los dos asesores jurídicos del macroproyecto saudí.
Todas las dudas que generan estos indicios sobre la fortuna del rey podrían ser resueltas en una Comisión de Investigación en el Congreso con la testificación del rey emérito, que podría zanjar la cuestión. La cuestión a dilucidar es si se censura la investigación sobre el rey por convicción o porque temen que sea un revulsivo, pues parece que la transparencia podría ser perjudicial para su imagen y futuro. Como señala Jaime Peñafiel en una entrevista reciente, “es imposible que yo sea monárquico (…) porque les conozco”.
Rubén Juste es sociólogo, investigador y consultor político
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