La “rebelión” del exhausto pueblo valenciano contra los dos máximos mandatarios de la nación española: un cobarde y un indolente
Parece ser que a unos cuantos descerebrados monárquicos españoles, que todavía viven con su retrógrada mente clavada en los reyezuelos absolutistas que desgraciaron a este pobre país por los siglos de los siglos, les ha venido muy bien la revuelta desatada en la tarde del pasado domingo 3 de noviembre en las devastadas calles del pueblo valenciano de Paiporta a cargo de un numeroso grupo de habitantes de la localidad (armados con palos de fregona y bolas de barro) y hartos de la aterradora desgracia que les ha tocado vivir originada en gran parte por la negligencia, la apatía, la estulticia y la incompetencia de los más altos representante de la clase política española… para intentar convertir en todo un héroe al sosaina Felipe de Borbón, máximo representante de una monarquía borbónica moribunda, corrupta e inoperante, despreciada por la gran mayoría del pueblo español.
Un monarca de medio pelo, sí, un inútil de manual que se sienta en la poltrona de La Zarzuela después de que la dejara vacante hace diez años, por abdicación imperiosa, el depravado personaje (su padre, parece ser) que la ocupó por mandato franquista durante casi cuarenta años y que, a día de hoy, exiliado cerca de los harenes de Abu Dabi, todavía babea en busca de alguna hurí en carne mortal que le mitigue sus perversas ansias de depredador sexual. Un perla con corona, un sinvergüenza regio, elevado en su momento por la ciudadanía desinformada de este país al olimpo de los enviados del cielo y en cuyo currículo vital lo único que podrá encontrar en el futuro el más avezado de los historiadores será el listado de sus miles de amantes, de sus reincidentes delitos fiscales, el escondido relato de un fratricidio sin investigar en la persona de su hermano Alfonso, el terrorismo de Estado de los GAL, la alta traición a la nación española al entregar a Marruecos la provincia española del Sahara Occidental y, por supuesto, la máxima responsabilidad personal y política del pseudo golpe del 23-F.
Pues bien, amigos, volviendo al tema de la “rebelión de las fregonas”, y con el mayor respeto, por supuesto, para las víctimas y mi más profunda admiración ante el bello espectáculo dado por los miles y miles de voluntarios que se han dejado la piel ayudando al abandonado pueblo valenciano a superar una de las mayores crisis de su historia reciente, vuelvo a cargar contra esos retrógrados monárquicos de aluvión y aduladores de toda laya a los que les ha sobrado el tiempo para, olvidándose de que estamos ya en el siglo XXI, intentar resucitar políticamente y poner nuevamente en el candelero nacional a un pobre diablo como Felipe VI, sembrando su estúpida frente con ingentes toneladas de laurel y rodeándolo ¡cómo no! de la consabida cohorte familiar de reinas, hermanas de reinas, princesitas, infantas y demás personajillos del acervo monárquico local.
Con la sibilina monserga (que siempre cuela en mentes no muy adobadas de neuronas) de que en las calles de Paiporta, en la tarde de ese fatídico domingo negro 3 de noviembre, todo un super hombre, un valiente, un temerario de tomo y lomo, un monarca español que responde a la denominación dinástica, política e histórica de Felipe VI el Preparao, con la bilirrubina desatada y en modo heroico (en contraste con lo que hizo el huidizo sátrapa de La Moncloa) en vez de largarse con viento fresco al percatarse del motín que se estaba fraguando a sus espaldas no dudó en acercarse valientemente a la plebe atrincherada tras las vallas de rigor para soltarles unas elocuentes palabras salidas de lo más hondo de su privilegiada mente. Labrándose con ello un puesto de honor entre la pléyade de héroes nacionales coleccionados por España a lo largo de su dilatada historia. “El héroe de Paiporta”, casi nada, nuestro amado rey el Felipillo de marras, que aunque nadie sabe a ciencia cierta en que usa su tiempo libre (que es todo, las 24 horas al día), últimamente no se le ve mucho, no habla, no escribe, no se moja, no suelta prenda tras las barrabasadas y delitos constitucionales del presidente del Gobierno, el loco Falconeti. Demostrando así fehacientemente que en el concierto político de una nación como la española de hoy su figura no deja de ser manifiestamente prescindible y lista para que el pueblo español le dé la patada cuanto antes… en el trasero evidentemente.
Y encima, algunos periodistas españoles, retrógrados adoradores de la casi extinta saga a nivel global de los vagos con corona, analizando la suerte de negligencias, apatías, incompetencias, cobardías, estupideces, anormalidades, declaraciones delictivas y demás actuaciones rocambolescas cometidas por bastantes políticos españoles de alto nivel en relación con la absurda gestión de la DANA 2024, se han permitido decir en sus indocumentados artículos y tertulias que este nuevo héroe borbónico nacido en las terroríficas calles de Paiporta el pasado 3 de noviembre, fue la única autoridad del Estado que actuó con celeridad y buen hacer al dar orden de enviar a la zona cero de la tragedia a un centenar de miembros de su Guardia Real. ¡Toma ya! Cien alabarderos de uniforme, con sus plumeros y sus picas, para paliar la devastación de una zona del país que había recibido de la naturaleza una agresión similar a de un bombardeo masivo de saturación con armas de todo tipo incluidas las nucleares tácticas. Cuando, como jefe del Estado y jefe supremo de las Fuerzas Armadas, a la vista del renuncio delictivo de Pedro Sánchez, debió tomar el mando de la operación ipso facto liderando 30.000 o 40.000 efectivos de los tres Ejércitos para acudir en auxilio de Valencia con los medios necesarios.
De risa, amigos, si no fuera todo tan trágico. Este bobalicón que todavía tenemos en España con rango de rey después de que abdicara el canalla de su padre, debe salir por piernas cuanto antes de su cubil zarzuelero y largarse al país que elija (y lo admitan) para ponerse a trabajar como todo hijo de vecino. A lo mejor la terrible desgracia de la DANA valenciana puede traernos buenos corolarios políticos y bienes colaterales imprevistos. Como por ejemplo, el cambio de este régimen corrupto e ineficaz a una III República Española, a un régimen verdaderamente democrático, garante de la libertad y los derechos fundamentales de todos los españoles. A ver si de una puñetera vez los ciudadanos de este país cambiamos nuestro vil estatus de súbditos por de ciudadanos libres, respetados, y felices. SÍ, FELICES…
Fdo. Amadeo Martínez Inglés, Coronel, escritor e historiador.
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