Aunque todavía es primavera, el sol cae a plomo. El asfalto reverbera y las neuronas se reblandecen. De las huertas colindantes llega un aroma embriagador. En la esquina de una terraza, Viriato y Pelayo conversan:
PELAYO: Jo, en Madrid la derechita cobarde nos está comiendo el terreno… ¿Quién nos iba a decir que la mosquita muerta nos metería un gol por toda la escuadra?
VIRIATO: Parece mentira. Porque ella dice que Madrid es España dentro de España, pero nosotros somos la España clásica, la que madruga, la que lucha y se ducha… ¡No como esos perroflautas y esos negros!
P: Cuidado, Viriato. Te recuerdo que en Cataluña presentamos a un negro.
V: Ah, sí, es verdad, jeje. Es que con este calor se desorienta uno…
P: No pasa nada. Pero, desde luego, algo tenemos que hacer para reconquistar el territorio perdido.
V: Tú eres muy de reconquista, Pelayín.
P: Venga, sin cachondeo, que tu nombrecico también es de traca. Tenemos que pensar algo.
V: ¿Y si proponemos quitar todas las placas y memoriales que recuerdan a las víctimas de la dictadura?
P: No vale. Eso ya lo ha hecho Almeida.
V: ¿Y si planteamos que vuelvan a ponerse nombres como División Azul a nuestras calles y plazas?
P: ¡Tampoco vale, Viriato! ¡No te enteras! Eso también lo han hecho ya en Madrid.
V: ¿Y si decimos de levantar una estatua bien grande a la Legión, con su cabra y todo?
P: Viriato, me estás poniendo enfermo. ¡En Madrid ya la tienen encargada!
V: Yo qué sé… ¡Pues a los Regulares!
P: Pero, tío, ¡esos son moros! ¡Y nosotros somos españoles y católicos como Dios manda! ¡Cómo le vamos a hacer una escultura a unos moros! Entonces, ¿para qué los echamos hace quinientos años?
V: ¡No te pongas así! A mí me sonaba a Franco y al ejército, y como nosotros tenemos tantas esperanzas puestas en el ejército… Oye, se me acaba de ocurrir, ¿y poner himnos militares en los colegios para educar a los niños en el estilo marcial que nos caracteriza?
P: Hombre, tanto como himnos militares… Pero, ¿y el himno de España? ¡Eso todavía no se le ha ocurrido ni a la Ayuso ni al Almeida!
V: ¡Chachi! ¡Todas las mañanas a escuchar el himno nacional! ¡Prietas las filas!
P: ¡Eso es! ¡Y que se jodan los catalanes, los rojos y los putos inmigrantes!
V: ¡Y los maricas! ¡Que se jodan los maricas! Porque en el partido no tenemos ninguno, ¿verdad?
P: Que yo sepa, no… Todo tiene un límite. Y otra cosa: el niño que oiga el himno entero sin respirar será el “súper españolito del día”, o sea…
V: ¡Eso es! ¡Viva España! ¡Arriba España!
P: Viriato, te están oyendo… Córtate un poco.
V: Ya, ya… Perdona. Sigamos. ¿Qué más podemos hacer? A Ayuso le ha ido bien lo de azuzar el nacionalismo madrileño. ¿Y si exigimos que se imparta el panocho en los colegios?
P: No sé… Suena a cantonalista. Trae malos recuerdos.
V: ¿Y que se cuelgue la foto del rey en todas las clases? Ahora mismo no está…
P: Pues estos últimos Borbones también nos han salido un poco cobardicas. No han sabido estar a la altura de las circunstancias, como Alfonso XIII. Pero, en fin, puede valer.
V: ¿Y poner banderas en todos los centros escolares?
P: Viriato, ¡ya hay banderas en todos los edificios públicos!
V: Ya, pero no me refiero a poner una bandera, sino muchas banderas y de todos los tamaños. ¡En las aulas! ¡En los pasillos! ¡En los patios! ¡En los servicios!
P: ¡Sí! ¡Magnífico! ¡Banderas por todos lados! ¡E incluso tatuadas en los brazos de las criaturas!
V: ¡Y que cuando el maestro entre en clase, llame al orden gritando!: “¡¡Se sienten, coño!!”
P: ¡Eso es! ¡Viva España! ¡Arriba España!
V: ¡¡Arriba España!! ¡¡A por ellos, oé!! ¡¡A por ellos, oé!!
Ante las miradas de incredulidad del resto de clientes de la terraza, ambos recuperan la compostura entre gestos de apuro.
V: Jeje, se nos ha ido un poco la olla. No pasa nada: somos humanos.
P: Yo creo que ha sido el carajillo. Aquí lo cargan mucho…
V: Claro, claro… Ha sido el puñetero carajillo, jeje. Por cierto, ¿tú crees que lo de tatuar las banderas en los brazos sería muy costoso?
Casus belli para España ¿No es mucho más grave la invasión que está sufriendo el país? ¿Y qué hace el…