Esta mañana, aprovechando el buen tiempo, nos hemos dado una vuelta por el zoológico. Ya decía Aristóteles que el hombre es un “animal político” y debe ser verdad, porque por allí andaban todos y todas. Bien catalogados como propia especie, o bien como un grupo o característica a la que pertenecen, por allí andaban. No compartían necesariamente todas las características del animal en cuestión, y de ahí que concretemos en algunos casos.
En la taquilla, cobrando y repartiendo beneficios nos ha recibido Bárcenas, quien apuntaba todo lo que monetariamente entraba y salía de allí.
Nada más entrar, un camaleón: Sí allí estaba Toni Cantó. ¿Vecinos por Torrelodones, Unión Progreso y Democracia (UPyD), Ciudadanos, Partido Popular (PP)…? ¿de qué ciudad? Da igual, uno se pone del color y partido que mejor le venga en cada momento. Sin problemas.
Unos pasos más adelante, la zona de animales en extinción. Allí la Sra. Arrimadas era la reina del lugar.
Rocío Monasterio andaba revoloteando por allí, en la zona del cuco común, poniendo sus huevos en lofts ajenos para que se los empollen y críen otros.
¿Una salamanquesa? Ah sí, uno de esos animales que aunque pierda la coleta, sigue vivo. Pablo Iglesias, sí.
Junto a un tremendo charco de ranas, varios cientos de cargos del Partido Popular ocupaban la macrojaula para las urracas: cualquier cosa que brilla o consideran de valor, ¡a la saca!
Allí, en un enjambre, la abeja obrera, trabajadora y con discreción laborando por los demás, Yolanda Díaz.
El loro que aprende a decir lo que escucha de quien tiene al lado: Pablo Casado. Al lado, claro, la jaula de los animales coprófagos: a Abascal la m13&da le hace crecer.
Un hormiguero, sin que nadie repare en él, pero con permanente trabajo casi imperceptible es la guarida de Garzón.
En la zona de animales territoriales encontramos grupos muy diferentes, pero con algo en común: se pasan el día orinando para marcar su territorio y cuanto pase en el resto del mundo les importa un bledo. Para observar a uno de ellos en concreto, se requieren unos prismáticos, pues vive en acomodada zona lejos del zoológico.
¡Una hiena! Ayuso, en sí misma no da para mucho, pero ¡ay las hienas!
¿Cómo? ¿un pterosaurio? Ah, ya, Rosa Díaz, también por aquí.
Por el medio del estanque, asoma un delfín solitario. Sí, los delfines son inteligentes, pero no es ese el motivo por el que ahí navegue Page.
En una vitrina, los parásitos. Son familia y las coronas les delatan.
Y en un sitio elevado, se ve una amplia manada de mandriles. Destaca el macho alfa, Pedro Sánchez. No obstante, el estrés es palpable: el resto de machos se miran y remiran con recelo unos a otros y las incursiones contra el líder son cada vez más frecuentes.
Y así nos vamos, pero no sin antes dejar una nota en el buzón de sugerencias: por favor, alejen las vitrinas de los parásitos de la zona de los elefantes.
¿Llegado el caso un pelotón de soldados salvará a la Constitución (y a los españoles)? El Estado Mayor ya ha…